foto: Carmen Cano Durán
Tres en punto de la madrugada.
El ruído urbano se ha desvanecido.
La ciudad duerme en el silencio de los sueños.
Una espesa niebla envuelve tejados y casas.
La calle parece desierta, ligeramente iluminada.
Faroles encendidos con luz tenue. Amarilla. Opaca.
Todas las puertas y ventanas están cerradas.
Un niño descansa en los brazos del gitano.
El hombre camina abatido.
Mirando al suelo.
Callado.
Tres en punto de la madrugada.
El ruído urbano se ha desvanecido.
La ciudad duerme en el silencio de los sueños.
Una espesa niebla envuelve tejados y casas.
La calle parece desiera, ligeramente iluminada.
Faroles encendidos con luz tenue. Amarilla. Opaca.
Todas la puertas y ventanas están cerradas.
El reloj de la iglesia anuncia tres campanadas.
Una niña descansa en los brazos de la gitana.
La mujer camina abatida.
Mirando al suelo.
Callada.
Tres en punto de la madrugada.
El ruído urbano se ha desvanecido.
La ciudad duerme en el silencio de los sueños.
Una espesa niebla envuelve tejados y casas.
La calle parece desierta, ligeramente iluminada.
Faroles encendidos con luz tenue. Amarilla. Opaca.
Todas las puertas y ventanas están cerradas.
Tres en punto de la madrugada.
Un hombre y una mujer se dirigen a la misma casa.
Han cesado las campanas.
Sólo se escuchan los pasos del gitano.
Y después...
a lo lejos....
los pasos de la gitana.
Carmen Cano Durán © ®
2 comentarios:
He imaginado esta escena en la calle en la que antes vivías, de madrugada, la luz naranja y el silencio, el pelo mojado por el frío...
si se ve la escena me conformo...aunque puede ser cualquier calle, cualquier ciudad.
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